… Debajo
del asfalto, por allí camina. No por encima, pues suele sentirse descubierta,va por debajo, como las hormigas y los bichos. Pero al menos toca tierra. Ya todos
sabemos lo que hay arriba: apariencias… mariposas volando que le causan fobia,
nubes azules con formas raras, autos hermosos que van a velocidades increíbles,
gente caminando, una que otra persona que se atreve a mirarte a los ojos.
Arriba hay muchos corazones rotos, como el de ella, y gente
dispuesta a romperlos como el, como ese escarabajo negro, horrible y regordete de ojos café. Arriba esta la especie
humana, pero la humanidad esta difícil de encontrar, solía estar la tierra, el
polvo, los hilitos verdes saliendo de ella: hojas, puntiagudas, redondas
cuadradas, tréboles para los suertudos. Pero ya ni se puede tocar el suelo.
Por eso camina debajo de él: corre de prisa a esa curva en
la que termina el mundo, se detiene frente a ella, pone su mochila a un lado,
se agacha y por una pequeña orilla donde empieza la división de lo falso y lo
concreto, del cemento y el polvo, se arrastra, empuja el morral hacia adentro. Unas
cuantas brazadas más y se pone de pie… Andando.
Ah! Ese mundo común que huele a tierra mojada por la lluvia,
a perfume de rosas, a libros guardados. Los sentimientos corren como locos,
como niños, jugando siempre y chocan
contra ella, la estremecen de vez en
vez, las pasiones desenfrenadas y autómatas, generan sismos y conmociones, los
sueños son el medio de transporte, la felicidad un abrigo de remate, las
esperanzas regalan besos en la mejilla y el amor en los labios. El amor, ese
anda atravesado por todos lados, pero no estorba, regala abrazos.
Ella camina debajo del asfalto, se mueve, funciona, existe
bajo el cemento y el maquillaje, y la ropa de moda… camina junto a las hormigas que casi nunca la ven por lo ajetreadas que andan.